domingo, 11 de julio de 2010

LOS METALES, los metales en los alimentos


LOS METALES, los metales en los alimentos


La exposición a plomo o mercurio se produce a través de la inhalación, de la ingesta de agua o alimentos contaminados o a través de la placenta o de la lactancia materna en niños.


Metales contaminantes:

  • Plomo
  • Mercurio


El plomo es un metal natural que se puede encontrar en distintas zonas
del medio ambiente,aunque la mayor parte proviene de las actividades del hombre,
como la producción de baterías y de municiones entre otros.

Debido a la preocupación de los efectos de este metal sobre la salud se ha reducido su presencia en la gasolina, las pinturas y las cerámicas.


Los niños pequeños se exponen a este metal a través de la ingesta de pinturas que contienen plomo, por ejemplo chupando juguetes recubiertos de pintura. Los niños son más vulnerables al envenenamiento con plomo que los adultos ya que un niño que ingiera grandes cantidades puede desarrollar anemia, dolor estomacal, debilidad muscular y alteraciones en el sistema nervioso. Los fetos se exponen a través de sus madres y los efectos potenciales sobre la salud infantil incluyen prematuridad, retraso en el crecimiento, alteraciones en las habilidades mentales, dificultades en el aprendizaje y alteraciones en el desarrollo motor.

El mercurio es un metal que, combinado con otros elementos como el sulfuro o el oxígeno, forma el mercurio inorgánico o las sales de mercurio, que se utilizan como polvos o cristales en cremas cosméticas o en cremas antisépticas. La fuente principal de mercurio es el uso de combustibles fósiles, fundamentalmente el carbón que contiene trazas de este metal. Al quemarlo este compuesto entra en el medio ambiente. En medios anaerobios (cuando no hay oxígeno) las bacterias lo transforman en metil-mercurio. Esta forma es la que se bioacumula con más facilidad en organismos y en personas. Es además un metal que se utiliza en termómetros (y algunos instrumentos médicos), entratamientos dentales y en focos fluorescentes, pilas y baterías.

Al igual que con el plomo, los niños son más sensibles a los efectos del mercurio que los adultos. Dentro de estos efectos cabe destacar el daño en el sistema nervioso, retraso mental, incoordinación, ceguera y dificultades en el habla.


No te has preguntado alguna vez ¿cómo pueden incorporarse losmetales en los alimentos?, vamos a tomar un ejemplo. Imagínate una tomatera cultivada cerca de una carretera transitada, esta, aporta plomo. Y tú dirás, pero si la gasolina con plomo está ya prohibida en España, si es verdad, pero los efectos contaminantes duran mucho tiempo.

Ahora imagínate también que el agua que se utiliza para regar provenga de un río que cruce una antigua zona minera o simplemente, que en el río se viertan residuos de una fundición y para más inri, añadamos que el suelo donde esta plantada la tomatera, es rico en cobr

e, pues ya tienes un cóctel explosivo entomatado.

De ese tomate, elaboran una salsa y esta se enlata, la lata es de hojalata con lo cual a este cóctel de metales le añadimos estaño y posiblemente algo de hierro. Tú compras la lata, y cocinas el contenido en una cazuela de aluminio, algo de metal, aunque sea ínfimo, se disolverá en la salsa, ya que la acidez del tomate y el calor del fuego contribuyen a tal efecto.

Algunos metales son esenciales para nuestro cuerpo, es más, la deficiencia de estos, puede crearnos problemas de salud, pero hay otros metales como el plomo o el mercurio que no son nada beneficiosos para nuestro organismo.

Lo siguiente, bueno, te comes la salsa de tomate y esos metales pasan a tu cuerpo, que más podemos decir….

Los residuos de metales en los alimentos

Lo que crece o se cría en el medio ambiente incorpora invariablemente metales en mayor o menor cantidad. Además, durante la recolección, transporte, manipulación, envasado o cocinado de productos de origen vegetal o animal, también los metales están presentes en herramientas y utensilios. El artículo es un análisis de los metales y no metales más destacados, su presencia y los efectos tóxicos que produce su exposición en elevadas dosis.

La corteza terrestre está formada por minerales de muy diferente composición, y los metales, es decir, los elementos que se hallan en la parte central e izquierda de la Tabla Periódica de los Elementos, forman parte importante de los mismos. Ciertos compartimentos del medio ambiente que nos envuelven, como el agua, el aire y el suelo, contienen metales a concentraciones superiores a lo normal, bien de manera natural pero también por efecto de la contaminación. Entiéndase por esto último los metales que el hombre ha extraído de su lugar más o menos oculto en las profundidades de la tierra, no disponible para los seres vivos, para ponerlo al alcance de los mismos en cantidades por encima de lo que es habitual.

Consecuencia de todo ello es la incorporación en el medio ambiente de metales en mayor o menor cantidad. Además, durante la recolección, transporte, manipulación, envasado o cocinado de productos de origen vegetal o animal, también los metales de herramientas y utensilios empleados para llevar a cabo dichos fines pueden migrar al alimento que está en contacto con ellos.

¿Cómo pueden incorporarse los metales en los alimentos?

Un ejemplo sería el siguiente: un tomate cultivado cerca de una autopista de mucho tráfico incorporará plomo (aunque la gasolina con plomo está ya prohibida en España, sus efectos contaminantes aún perdurarán por mucho tiempo). Si además, el agua de riego que se emplea proviene de un río que cruza una antigua zona minera o a la que se vierten residuos de una fundición, y si además el suelo agrícola ya era de por sí muy rico en cobre y fue tratado tiempo atrás con plaguicidas mercuriales, ya tenemos algunos metales más incorporados.

Si de aquel tomate se hace una salsa y se envasa en una lata de hojalata, también van a aparecer estaño e igual algo de hierro. Y si finalmente el consumidor abre la lata e hierve el contenido en una cazuela de aluminio, invariablemente algo de este metal ligero va a disolverse en la salsa, favorecida por la propia acidez del tomate y por el calor del fuego.

¿Necesitamos los metales?

Los metales no son malos por definición, pues muchos resultan esenciales en nuestra dieta. Más aún, en algunos casos su deficiencia puede comportar tantos problemas de salud como su exceso. Otros, en cambio, no cumplen función fisiológica conocida, y es mejor evitarlos siempre: es el caso de mercurio, plomo o cadmio y, en general, de varios metales pesados.

Pero estando presentes en el medio ambiente de manera natural o por la acción del hombre, nuestra exposición a través de los alimentos difícilmente puede evitarse. Aunque sí puede minimizarse, intentando productores y demás personal técnico que se reduzca en lo posible y razonable su entrada en la cadena alimentaria y, también, por nuestra parte, diversificando al máximo lo que consumimos. Hacer esto último no es sólo una recomendación sensata que realizan los dietistas basándose en que no hay alimento completo al cien por cien que cubra todas nuestras necesidades nutritivas diarias, sino que también es un consejo de los toxicólogos, que sabemos (y procuramos hacer saber) que ciertos alimentos esconden frecuentemente sorpresas por su contenido excesivo, y hasta alarmante, en determinados metales.



Nombre: Yenny Zoraida Zambrano Morales

Asignatura: Circuitos de Radiofrecuencia

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